1421 – ¿EL AÑO EN QUE CHINA DESCUBRIÓ EL MUNDO?

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1421 – ¿EL AÑO EN QUE CHINA DESCUBRIÓ EL MUNDO?

1421 (El año en que China descubrió el mundo), es el título de un libro muy promocionado como consecuencia de la revelación en 2006 de un antiguo mapa chino que supuestamente estaría basado en un mapamundi de 1418, en el que siete décadas antes de Colón se muestran los contornos de las dos Américas, Australia y la Antártida, continentes que serían circunnavegados por los europeos uno o más siglos después.
El autor de 1421, Gavin Menzies, es un ex-comandante de submarinos británico que ha recorrido cientos de museos y puertos en su labor por reescribir la historia, concluyendo que fueron los buques chinos quienes mostraron a los europeos el camino para llegar a los nuevos continentes. Relata los viajes y los descubrimientos del almirante chino Zheng He (un eunuco como los burócratas de la China imperial de esos tiempos) quien en las primeras décadas de dicho siglo, exploró los mares, llegando hasta las puertas de Europa. ¿Qué hubiera sucedido si los chinos hubieran descubierto América en el siglo XV, cuando el almirante eunuco realizó grandes exploraciones marítimas para el emperador de Pekín, navegando todo el actual océano Índico y entrando en el Atlántico hasta el norte de África, más de medio siglo antes que los portugueses dieran vuelta al cabo de Buena Esperanza? Según el libro, esto sucedió y fue una decisión del emperador chino y su burocracia, la que decidió suspender las expediciones y olvidar lo descubierto. Sin esta decisión política, pudo haberse gestado en esos años un imperio mundial chino, antes que Europa se lanzara a la navegación del Atlántico y los indígenas de América pudieron haber sido súbditos chinos. Es decir que el descubrimiento pudo haber tenido un sentido inverso, de Asia hacia Europa. Las grandes travesías marítimas chinas fueron varias durante las primeras décadas del siglo XV y permitieron al imperio chino ser el que por primera vez tuviera un conocimiento mundial en términos de territorios. Lo que sucedió en China entonces, fue una suerte de «revolución cultural», al estilo de la que más de cinco siglos después lideró Mao Zedong. Una decisión política que combinó razones estratégicas, culturales, religiosas y propiamente políticas llevaron al inmenso país a encerrarse sobre sí mismo (lo que parece una tendencia recurrente en su historia aunque con ciclos que son siglos y no años o décadas como en Occidente) y a dar prioridad a consolidar la unidad nacional, fortalecer las defensas contra los enemigos que acechaban las fronteras terrestres y evitar todo contacto con el exterior, por «contaminante». Los grandes astilleros fueron reconvertidos en fábricas de armas para el ejército y hasta el visionario almirante eunuco fue transformado en general del ejército, muriendo años después olvidado en una guarnición de provincia. Pero la decisión de romper los meticulosos registros de sus expediciones marítimas, mostró una decisión cultural de la burocracia china, que así quiso borrar del imaginario la existencia de otros mundos, para que así los chinos vieran en su imperio todo el mundo conocido («todo bajo el cielo»). Los historiadores reconocen que en 1421-23 una flota de más de un centenar de barcos partió de China hacia el océano Índico, pero que inmediatamente después de ésta, la mayor travesía marítima hecha hasta entonces, Beijing decidió abandonar su tan costosa empresa navegante para aislarse del mundo exterior. Menzies afirma que dichas embarcaciones no sólo llegaron a la costa oriental africana (tal como es reconocido en los medios académicos), sino que incluso habrían llegado a circunnavegar todos los continentes.
Según el autor de 1421, el 5 de marzo de ese año zarparon de China buques tan grandes como sólo en el siglo XIX se empezaran a construir, llevando a bordo miles de hombres, y además de marineros y soldados, llevaban comerciantes, científicos y funcionarios. Entonces China era la potencia más poblada, avanzada y poderosa del globo. Sus barcos eran varias veces más largos y anchos que las 3 carabelas que tendría Colón en 1492. Sus técnicas de navegación y astronomía eran las más avanzadas de su época. Para Menzies los chinos llegaron a la punta sur africana 66 años antes que los portugueses, descubrieron América 71 años antes que Colón, dieron la vuelta completa al planeta 100 años antes que Magallanes, llegaron a Australia y Nueva Zelanda tres siglos y medio antes que Cook, y bordearon los dos polos con por lo menos cuatro siglos de anticipación a los europeos.
El planteamiento del libro es que decenas de barcos chinos llegaron a las islas de Cabo Verde entre África y Sudamérica, y de allí se dividieron en 3 expediciones, las mismas que se volvieron a reencontrar en China después de recorrer nuevas tierras. La expedición del almirante Zhou Wen llegó a las Antillas y de allí bordeó toda la costa atlántica norteamericana hasta dar la vuelta por el océano Ártico por el norte de Groenlandia, de Islandia y de Asia. Los almirantes Zhou Man y Hong Bao recorrieron Sudamérica desde las Guyanas hasta las islas Malvinas. De allí Zhou Man dió la vuelta al estrecho que Magallanes «descubriría» un siglo después, para recorrer la corriente de Humboldt en la costa pacífica sudamericana hasta el norte de Perú y de allí llegó a Nueva Zelanda y Australia para luego retornar a América, recorriéndola desde California hasta Ecuador y de allí pasar por Filipinas en el retorno a China. Mientras tanto, Hong Bao, llegó hasta la Antártida, para luego bordear los mares australes llegando a las islas Kerguelen (cerca del Polo Sur pero en el mismo paralelo que la India) y de allí subir al norte vía Australia.
Objeciones a la hipótesis de Menzies:
Menzies presenta algunas crónicas de viajeros chinos que muestran haber recorrido Asia o Africa, pero en ninguna de éstas aparecen las Américas o los polos. Sostiene que la mayor parte de los diarios fueron destruidos por orden del emperador. Las rutas que él sugiere se basan en corrientes marítimas y en una particular lectura de cartografías hechas después de 1421. Menzies muestra mapas antiguos donde se trazan los contornos de regiones que formalmente serían descubiertas décadas o siglos después. En el mapa chino de Kangido de 1402 se muestra deformadamente el conjunto de África, en el de Pizzigano de 1424 aparecería Puerto Rico, en el de Fra Mauro de 1459 hay un mejor delineamiento del continente negro, en el de Cantino de 1502 figura la costa occidental sudamericana, en el planisferio de Waldseemüller de 1507 se ve toda la costa de América, Siberia y África, en el de Piri Reis de 1513 se demarca la costa atlántica desde Norteaméricana hasta la Patagonia y la Antártida, en el mapamundi de Jean Rotz de 1542 se delinea toda América central y del sur, la costa atlántica norteamericana, África y el norte de Australia.
Menzies muestra extractos de diarios de los descubridores europeos donde éstos reconocen la utilización de mapas hechos por viajeros y exploradores anteriores. Para él los únicos que tenían la tecnología capaz de haber precedido a los occidentales fueron los chinos, y sostiene que los fragmentos de buques pre-europeos encontrados desde Australia hasta California corresponden a los orientales. Hay algunos vocablos similares entre el Pacífico oriental y el occidental. Muestra similitudes en artesanías Ming con cerámicas mesoamericanas. Recolecta memorias orales de pueblos pre-colombinos que hablan de visitantes que pudieron, aunque no necesariamente, haber sido chinos. Afirma que en Perú o California se encontraron en el siglo XIX pueblos de idioma, rasgos físicos o costumbres chinos que él dice no fueron culíes traídos por los europeos sino pobladores de las colonias provenientes de la expedición de Zhou Man. Conjetura que algunas piedras o construcciones en las Américas tienen origen oriental. Hace 6 siglos los chinos tenían imprentas y acostumbraban a dejar numerosos rastros escritos. Sin embargo, Menzies no muestra ningún vestigio de cualquier carácter alfabético chino en las Américas así como en las numerosas islas, desde las Malvinas hasta la isla de Pascua, que él asegura que los chinos tomaron. Tampoco hay alguna recopilación en escritos o historias gráficas amerindias acerca de una presencia china que, según Menzies, se dio en casi toda la costa panamericana.
Llama la atención que tampoco hay alguna crónica europea o de otro lugar que hable de semejante viaje o que todas las rutas que menciona el autor a las únicas regiones que los chinos eludieron haber llegado es, precisamente, las del mundo cristiano y el Islam, quienes entonces eran las civilizaciones rivales que les pudiesen haber ofrecido excelentes medios de intercambio comercial o cultural. Menzies afirma que crónicas chinas de los años 1420 hablan de los sikhs de la India o de los perezosos gigantes americanos. Sin embargo, Guru Nanak, el fundador del culto sikh nacería 78 años después de 1421 y los descomunales perezosos americanos se extinguieron hace más de 8000 años. Si las propias civilizaciones amerindias no muestran a estos últimos en sus cerámicas menos pudieron haber llegado estas extinguidas bestias de 3 metros de largo al zoológico de Beijing, tal como plantea el autor. Menzies afirma que una de sus pruebas son «bronces y vajillas con inscripciones chinas en Nazca (Chile)». Mas no muestra ninguna de éstas y la cultura Nazca queda en el centro peruano. Para Menzies el hecho que antes que Colón hubiese habido arroz y gallinas asiáticas en las Américas, maíz americano en Asia y papa o camote en la Polinesia o Filipinas solo pudo deberse a navegantes que rodeasen el Pacífico, excluyendo a los polinesios u otros pueblos del pacífico como posibles portadores de éstos. Mientras él afirma que sólo los chinos pudieron haber transportado esos alimentos, y que su gran mérito consiste en haber difundido plantas diversas entre las Américas y Asia, no explica como la soja china (que él describe como uno de los alimentos esenciales de los viajeros) no se extendiera a América.
El tratar de combinar datos sin claros fundamentos ha sido la escuela de otros grandes revisores de la historia, algunos de los cuales hablan de que nuestras civilizaciones fueron precedidas por extraterrestres (por ejemplo Erich von Daniken) o por una cultura desaparecida hace más de diez mil años (la perdida Atlántida). Pese a que muchas de sus afirmaciones no cuentan con evidencia científica, el ex-oficial británico tiene el mérito de lanzar una tesis provocativa que podría tener cierto asidero real, sugiriendo que 6 décadas antes que Colón los portugueses no sólo llegaron a las Azores y Madeira sino también a Puerto Rico. No se puede saber quién proporcionó a los cartógrafos mencionados información tan minuciosa de regiones que los occidentales aún no habían explorado. Sería factible que Colón, Magallanes o Cook no hubiesen sido los verdaderos descubridores de las tierras a las que arribaron o que los asiáticos hubiesen llegado a Australia, o tal vez a las Américas o los polos, antes que los europeos, y que éstos se hubieran «aprovechado» de mapas y conocimientos previos para sus exploraciones. En cualquier caso, siempre es legítimo, y beneficioso para el progreso y la evolución del conocimiento, preguntarse qué pasaría si…

Filosofía Política en América Latina Hoy, Enrique Dussel – parte2de8

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